Las hormonas y la genética son las responsables de las caderas grandes o anchas. Las mujeres que gozan de voluptuosidad en esa parte baja del cuerpo suelen ser admiradas por muchos hombres, pues consideran que es un símbolo de femineidad y belleza. Sin embargo, las chicas que poseen caderas anchas suelen vivir momentos únicos que solo entienden quienes comparten esta característica. Ya sea como una ventaja o un problema, aquí te contamos de esos instantes que solo algunas entendemos.
1. Sufrir para ponerse los vaqueros
Muchos de los vaqueros o jeans que están de moda son de corte recto o entubado. Esto hace que las caderonas sufran para entrar en ellos. Subir los jeans suele convertirse en un acto de contorsionismo, fuerza y malabares, pues después de llegar a los muslos el paso hacia las caderas parece imposible. Algunas hasta untan un poco de crema en sus caderas para facilitar el trabajo.
2. Aliadas para cerrar puertas
La grasita y redondez de unas caderas voluptuosas también tienen ventajas funcionales. Muchas veces que andamos con las manos ocupadas (cargamos paquetes, al bebé, una mascota, etc.) al salir del auto y queremos cerrar la puerta, usamos las caderas para darles un golpe (que perfectamente amortiguamos) y trancarla. La fuerza que imprimimos en el movimiento es fundamental para que la misión sea completamente satisfactoria. Esto también aplica para las puertas de la casa, la heladera, entre otras.
3. Incomodidad al compartir un sofá o asiento
Es cierto que quienes tienen las caderas grandes ocupan más espacio al sentarse. Es por ello que al tener que compartir con otras personas un sofá, la parte trasera del auto o una banqueta del parque es común que se sientan apretadas e incómodas. Muchas veces los demás no se dan cuenta de que requerimos más lugar en el asiento, pues esto generalmente no se relaciona con el peso, sino con la proporción. Estar cómodas con varias personas en el mismo sofá puede ser algo difícil de lograr.
4. Tropezar con casi todo
Aunque nuestro sentido del espacio no sea un problema, nuestras caderas suelen jugarnos una mala pasada y olvidamos hacer el cálculo correcto cuando pasamos por una esquina. A menudo las chicas caderonas sufren de hematomas o raspaduras en esa parte de su cuerpo, porque al pasar rápidamente por la esquina de una mesa o silla se golpean sin querer. Tener a mano un ungüento para los golpes es una excelente idea para tratar este percance tan común.
5. Ideales para apartar a alguien de un empujón
Sí, sabemos que la violencia no es el camino, pero un suave empujón con la cadera no hace mal a nadie. A menudo, cuando una persona no nos presta atención y se interpone en nuestro camino, una mujer puede hacer uso de sus caderas grandes para apartarle y conseguir espacio. No se trata de empujar con fuerza y que el otro se caiga, sino de moverles con ellas, más si tenemos las manos ocupadas. Algo similar a lo que podemos hacer con las puertas. Un recurso válido y que empleamos con menos frecuencia.
6. Los pantalones casi nunca quedan perfectos
Sí, los pantalones son un problema para las caderonas. Cuando escogemos pantalones rectos que pasan con facilidad por nuestras caderas estos no quedarán ajustados a la cintura, sino muy flojos. Una alternativa es recurrir a una costurera para que haga los ajustes necesarios o decantarse por los pantalones de corte alto y con forma para que no quede suelto en la cintura. Ir de compras por pantalones no es una de las tareas favoritas de estas voluptuosas.
7. ¿Abrazo lateral? Ajuste especial
Tu pareja está a tu lado y se acerca para darte un abrazo lateral. Inmediatamente, la cadera ejerce un freno y es lo primero con lo que se topará tu amorcito. Darse un brinco por esta acción es una reacción común. La única forma de evitarlo será aprender a acercarse con suavidad y hacer el abrazo adaptándose al área prominente. En estos casos lo mejor son los abrazos de frente y por la espalda.
8. Amigas de los pantalones de yoga o elásticos
Es común que las mujeres que tienen caderas anchas opten por usar pantalones y otras piezas de telas alicradas. Estos se ajustan a cualquier tipo de cuerpo, además de ser supercómodos. Pero solo sirven para outfits deportivos o casuales. Caer en el abuso es un error.