Tras miles de años de utilizar técnicas como el desecado o la salazón para conservar alimentos o, dependiendo del lugar, guardarlos en contenedores llenos de nieve, los inventores de finales del siglo XIX dieron los primeros pasos para la creación de los refrigeradores (también conocidos como neveras), hasta que aproximadamente en 1920 se masificó su producción en serie. Desde entonces, nuestra vida se ha simplificado muchísimo, pero ¿sabías que hay varios alimentos que acostumbramos a guardar en la nevera y que, en realidad, no deberían ir allí? Estos son 10 de ellos.
Cebollas
El cultivo de cebolla se realiza en climas templados y cálidos, con poca humedad. Por esto, es prácticamente en contra de su naturaleza guardarlas en el refrigerador, donde es más probable que les salga moho más rápido. Lo ideal es que las almacenes en un lugar seco y fresco, alejado de la luz del sol, como la alacena o un cajón aislado (no las guardes junto con las patatas). Una vez picada, sí puedes guardar lo que sobra en un contenedor hermético en la nevera, pero asegúrate de consumirla pronto.

Patatas
La mejor forma de guardar las patatas es en una bolsa de papel o yute, a temperatura ambiente y en un lugar seco y alejado de la luz del sol, y jamás al lado de las cebollas. De esta forma, se conserva mejor su textura y sabor. Cuando las guardas en la nevera, la temperatura afecta el almidón que contienen, lo que hace que no solo les cambie el sabor (se tornan un poco más dulces), sino que también les cambie la textura (se vuelven “arenosas”).

Chocolate
Si donde vives la temperatura ambiente no pasa de los 30 grados centígrados, no hay necesidad de guardar las tabletas de chocolate en la nevera. De hecho, no es recomendable, pues el frío altera y cristaliza la estructura de la manteca de cacao, que es la materia prima del chocolate. Este fenómeno puede provocar cambios en la textura y el sabor, pues este alimento tiende a absorber olores. Lo ideal es guardarlo en un lugar fresco y seco, alejado de la luz solar y del calor de la estufa.

Cereales de desayuno
Seguramente no te agradan mucho esas últimas cucharadas de tu cereal de la mañana, esos copos que ya han absorbido demasiada leche. Pues bien, por esta misma razón es que jamás debes guardar el cereal en la nevera: el frío y la humedad afectan la textura, y es probable que también absorba otros sabores. Por esto, la mejor manera de almacenar el cereal es en envases herméticos en la despensa, o simplemente asegurándote de cerrar bien la bolsa dentro de su caja.

Especias
Si quieres que tus especias mantengan su olor y sabor por el mayor tiempo posible, debes asegurarte de mantener lejos la humedad, que es la que provoca la aparición de moho o bacterias. Esto implica tanto no meter utensilios mojados en los envases de las especias como no guardarlos en el refrigerador. La mejor forma de guardar las especias es en tarros de cerámica, pero como no son fáciles de conseguir, la mayoría de las personas las dejan en sus envases originales o las pasan a envases de vidrio. Esto está bien; solo tienes que asegurarte de guardarlos en un lugar fresco y alejado de la luz del sol y del calor de la estufa.

Plátanos
Los plátanos, bananas, guineos o cambures son una fruta que siempre debe guardarse al aire libre y a temperatura ambiente, puesto que el frío acelera el proceso de oscurecimiento y además afecta su textura, lo que puede resultar un problema sobre todo con los niños. Lo ideal, si tienes acceso a uno, es adquirir una base con ganchos para colgar los plátanos, pero también puedes dedicar una cesta para ellos que colocarás en tu mesón, lejos de la estufa y de otras frutas.

Pan
Para asegurarte de tener pan siempre fresco, evita guardarlo en la nevera, porque el frío y la humedad harán que cambie demasiado su textura y calidad. Si lo vas a consumir el mismo día que lo compraste o preparaste, déjalo al aire libre y a temperatura ambiente. Si no, guárdalo en una caja o contenedor especial para pan, o en una bolsa de papel. Y si te preguntas qué pasa con el truco de congelar el pan y luego tostarlo para reducir el índice glucémico, pues he allí el detalle: se trata de congelarlo, no de guardarlo en el refrigerador.

Ajo
Aunque es común que las personas guarden los bulbos de ajo enteros en la nevera, no es lo ideal, pues la humedad y el frío hacen que se desarrolle moho más rápido de lo normal entre los dientes, lo que puede afectar el sabor y la textura de este ingrediente tan importante en la cocina. Lo recomendable es guardarlo en un lugar fresco y seco de tu alacena o despensa, preferiblemente en una cesta o contenedor separado.

Manzanas y peras
Esto puede resultar confuso porque algunos supermercados tienen las manzanas y las peras en estantes refrigerados, pero lo cierto es que guardarlas en la nevera afecta su composición, lo cual notarás en la textura y jugosidad, y a veces en el color de la cáscara. Así que si quieres que se mantengan frescas y crujientes, puedes dejarlas en un cesto o frutero en la encimera, a temperatura ambiente, hasta por una semana. Pasado ese tiempo, sí será recomendable refrigerarlas.

Aceites
En general, los únicos aceites que no ven afectada su calidad por la solidificación al ser refrigerados son los de coco y de frutos secos, como el de maní o sésamo, porque en su mayoría no son refinados y mantenerlos en la nevera más bien ayuda a conservarlos mejor. Pero el resto de los aceites, incluyendo el de oliva, es preferible mantenerlos a temperatura ambiente, porque no soportan tan bien los cambios de temperatura.
